23 nov 2011

Noche

Noche oscura, noche sin estrellas, al final todo comienza y termina con la noche. Una noche sin fin en la que te gustaría poder ver algún atisbo de sol. Algo que no está destinado a llegar, por lo menos de momento.

Al final todo lo que escribo empieza y acaba con una noche. Magníficas algunas, para enterrar otras, pero todas dignas de ser comentadas y escritas. Noches en vela infinita, inacabadas como mis poemas. Noches acompañadas de una cerveza que sonríe tristemente a mi lado. En fin, noches que no son de película romántica.

Estas noches son las que me hacen pensar, las que consiguen desenterrar los sentimientos, las que ven nacer las ideas. Momentos melancólicos que no han sido escritos, sensaciones ocultas en lo más profundo de la oscuridad. Noches lacrimógenas como su dueña. Pero también mágicas y llenas de esperanza.

Os preguntareis de que os voy a hablar hoy. Ni yo lo sé. Emulando a los grandes simplemente dejo mi pluma vagar por la página en blanco, esperando que cuente una historia. Puede ser de amor, de dolor, de amistad, de lágrimas o de todo a la vez. Será una historia inspirada en si misma. El comienzo de algo hermoso y el final del dolor.

Conversando con un conocido le pregunté que si ya no creía en el amor. Me contestó que no es que no creyese, el problema que tenía era que se había vuelto cínico. Y es verdad, nos volvemos así cuando dejamos de creer, cuando ya no tenemos esperanza. Y perdemos la inocencia, esa inocencia que conseguía lo que creíamos insuperable. La dejamos marchar y muchas veces alentamos a que se vaya cuando consideramos que todo está perdido. Y cuanto nos equivocamos. Ese es nuestro mayor error. Ya no esperamos nada de los demás. Damos por hecho que el resto del mundo es tan cínico como nosotros. Hay veces que acertamos, pero... ¿Cuántas nos equivocamos? Y solo por no creer. Si Campanilla (la de Peter Pan) se tuviese que nutrir de lo que pensamos del amor muchos ya la habríamos matado. Y nunca aplaudiríamos para que reviviese.

Eso es lo que me gusta y sorprende de los niños. Nunca pierden la esperanza. Ellos aplaudirían hasta dejarse las manos en carne viva, simplemente porque creen y porque conservan su inocencia. No han acabado con ella. Sigue viva en su interior.

En este punto me doy cuenta de las palabras que le dediqué a una persona: ``No dejaré que la inocencia que hay en mi muera´´. Que poco sabía en ese momento de la vida. No es que la dejara morir, peor, la aplasté con saña, disfrutando de cada momento. Ahora es cuanto me arrepiento y me pregunto si habrá alguna manera de recuperar aunque sea un poco. Si conseguiré que algo de ella vuelva a mí para poder creer y confiar en las personas. Para no dejar que Campanilla muera y aplaudir hasta que no sienta las palmas.

Y en ese momento es cuando miro a la noche y ella, sabia como ninguna, me susurra suavemente al oído que sí, que es posible volver a estar completa. Me dice que lo único que necesito es creer en mi misma, teniendo eso podré volver a confiar en los demás. Y le doy las gracias, le agradezco el empujoncito que me ha dado. Lo suficientemente suave como para no mancarme, pero fuerte para ponerme a caminar en la dirección correcta.

22 sept 2011

Siempre la Dama de Honor, nunca la novia (o el cansancio de que se crean que soy el postre)

Hoy es miércoles de noche, casi jueves. Mañana tengo clase y aquí estoy, despierta, dándole vueltas a la cabeza. Escuchando música lacrimógena de esa que te hace pensar más de la cuenta. Es un día más en mi vida, no me ha sucedido nada interesante. Sigue sin tocarme el euromillón y todas esas cosas que uno desea y no tiene. Y mientras echaba un cigarrillo me ha venido la inspiración. A medias jejejeje.

He despertado del sopor en el que me estaba sumiendo y me he dado cuenta de que siempre que conozco a alguien la cosa nunca cuaja. No sé si es por mi o por la otra persona, pero es así. Ellos me dicen que soy muy buena gente, que soy lista y divertida, que se lo pasan bien y que soy una chica que tiene mucho que ofrecer. Pero nunca a ellos. Siempre soy la dama de honor, nunca la novia de la boda. Y estoy hasta el culo. Así, sin tonterías. De estas las justas y poco más. Pero yo he cambiado. Antes me habría desesperado y estaría llorando sobre mi almohada, ahora no. Ahora me rio y no por no llorar. Me rio porque he conseguido que me dé bastante igual. Las ultimas relaciones serias que he tenido han terminado todas con la misma frase: ``Si eres una persona increíble, pero..no para mí. Seguro que hay alguien por ahí que puede darte todo lo que yo no,´´ Y aunque parezca increíble esta ha sido la excusa más patética que me han dado (junto con: ``Estoy agobiado con mi vida y este momento es muy malo´´). Lo más gracioso de todo esto es que poco tiempo después han encontrado a su media naranja. Qué casualidad. Es eso o que tengo unos cuernos de la ostia y no me he enterado.

Me he cansado de esperar. Ahora es en plan de: Mira tío…no tengo ni edad ni paciencia para perder el tiempo. Si te gusto bien, pero no me mientas y me digas todas esas cosas solo para hacerme sentir mejor. Sé que no soy pija, ni idiota. Tengo neuronas y pienso. Si eso no te gusta…pista motorista. Y..que le den, pero con amor y desde la patata claro (modo ironía activado al 100% jejeje). Hace unos meses esto habría sido impensable. Ufff no habría quien me aguantase y le daría la chapa a mis amigas a modo de bien (nenis os quiero por aguantar lo aguantable jajaja). Pero me he dado cuenta de que aunque mire a mí alrededor y no vea a la gente no estoy sola nunca. Una frase por el facebook, un mensaje al móvil o al correo consiguen hacer que mi corazón ya no se sienta tan solito. Ni tan débil.

Puede que nunca llegue a ser la novia en la boda, pero tengo muy claro que se ha acabado ser la dama de honor. O el primer plato o nada. No quiero hipocondriacos emocionales a mi lado. Si me quieres bien, si te gusto bien y sino…no pasa nada, por suerte hay mas peces en el mar y mi caña es muy larga.

12 sept 2011

Esperanza no, esperanza si.

Es difícil rehacer tu vida después de que se termine una relación, pero más difícil es hacerlo cuando en menos de un año acabas dos. Se te pasan muchas cosas por la cabeza. Que no eres valida. Que nadie nunca te va a querer. Tantas cosas, que ahora mismo ya me resulta imposible contarlas. Y lo peor de todo es la falta de respuestas. Demasiadas preguntas, dudas y sobre todo mucho dolor. Y nada que te pueda aliviar. Quisiera poder saber, entender las cosas y los porqués, pero no soy capaz. Nunca he tenido la respuesta y tampoco me la han dado. Excusas si me han puesto, pero no me sirven. Son solo excusas. No es nada que pueda valerme, hacer que continúe.

Cuando las cosas se acaban nos solemos quedar estancados. A unos les cuesta menos salir a la luz, volver a la vida. A mí, a mi me cuesta una vida en realidad. Eso de poner un pie delante del otro e intentar caminar no sé hacerlo. Se me ha olvidado cómo funciona el tema. Se me ha llegado a olvidar hasta respirar. Mi corazón ya no consigue latir, ni sentir. Intento respirar, tomarme las cosas con filosofía pero no puedo. Es como si tuviera una palanca y se quedase estancada en modo dolor. No quiero recordar y lo hago. No quiero llorar y lloro. Quiero reír y no puedo. Siento envidia de las personas que después de que les hayan roto el corazón miran con felicidad a la vida. Tienen esperanza. Pero yo la perdí.

Dicen que cuando Pandora abrió la caja lo único que quedo dentro fue la esperanza. ¿Y donde está la mía? Creo que salió volando junto con todos los males. Lo único que quedo ha sido la amargura. Amargura de no saberme valorada. Amargura de sentir que no me han querido, pero sobre todo amargura porque sé que no hay nadie que sea capaz de quererme. Ni siquiera un poquito.

Sonrío, sentada delante del ordenador. Pero es una sonrisa triste. Una sonrisa de alguien que pensaba que ya no iba a poder perder más porque lo había perdido todo. Una sonrisa irónica porque se ha dado cuenta de que siempre puedes seguir perdiendo más. La vida nunca tiene suficiente. Siempre va a querer las lagrimas. Se nutre de ellas, pero sin darte la felicidad justa para que esas lágrimas no duelan tanto. Y no es justo. No lo es. He pagado un precio muy grande. Y me merezco esa felicidad. Me la he ganado. Y no la tengo. Me gustaría saber a cuantas personas más les pasa esto. Porque sé que no soy la única. Aunque muchas veces me sienta muy sola. Eso es lo peor de estar triste, puedes tener a todas las personas del mundo a tu alrededor y saber que estás sin nadie.

Supongo que llegará un momento en el que se me pase. Que no duela tanto. Que aprenda a sobrevivir. Tengo ganas de que llegue ya, ganas de salir y ver la luz del sol. De ver que todavía puedo disfrutar de muchas cosas. De sentir sobre mi piel el aire, el calor de la vida. Pero sobre todo tengo ganas de sonreír. De poder esbozar una sonrisa autentica, real y sobre todo que pueda ser duradera. Quiero poder salir y vivir, de llorar de alegría y no solo de infelicidad. Leyendo un poco todo lo que he escrito me he dado cuenta de que no toda la esperanza se ha escapado. Conseguí retener un poco, no dejarlo escapar. Y saber eso me está dando un poco de felicidad. De seguridad. Y me estoy dando cuenta de que igual, pero solo igual, la vida me puede traer también alguna pequeña alegría.

22 ago 2011

Pensamientos filosoficos sin sentido

Estoy con alguna de mis amigas en un contubernio judeo-masonico por facebook. Y el tema, por supuesto y sin lugar a dudas, son los hombres.

Tengo 28 años y a día de hoy, todavía me pregunto como un trozo de pellejo unido a un pene es capaz de hacernos pensar tanto y hablar más todavía (vale…no voy a negar que gracias a ellos escribo). Aunque esté en el medio de la conversación, a la vez mis neuronas se dan cuenta de todo el tiempo que desperdiciamos en alguien que no nos hace ni puñetero caso. Estamos currando, planchando (solo cuando nos obligan) y hasta cagando, cuando de repente nuestro cerebro se pone en modo aggg y apunta a la imagen que menos ganas tienes de ver. El. Ese ser que te ha hecho daño, que no te valoraba como te merecías, que….todas esas mierdas que decimos cuando nos cabreamos. Y…. ¿por que pensamos en él? Pues no lo sé. Después de tantos años buscando la independencia creo que nos hemos vuelto más dependientes si cabe. Aprendemos a basar parte de nuestra felicidad (no toda…tampoco somos imbéciles) en una persona de sexo opuesto. Y no nos lleva a ningún lado. Supongo que será un defecto genético. O igual, simplemente es el corazón. Puede que solo sea un órgano, pero consigue que nos emocionemos, que amemos y odiemos con más intensidad si se puede. Y lo odio. Odio estar gobernada por los sentimientos. Odio que me hagan daño. Odio no encontrar a nadie que me quiera por quien soy, no por lo que debería de ser. Odio saber que soy un poquito más feliz cuando amo y soy amada. Odio la felicidad que me da durante ese tiempo que late más y mejor. Pero sobre todo odio como se queda después. Esa es la peor parte.

Leyendo a mis amigas, veo alguna cosa un poco más clara. En el fondo nos gusta sufrir, un poquito nada mas, pero lo justo para que de vez en cuando soltemos alguna lagrimilla (o un torrente eso a gusto del consumidor). Necesitamos el dolor, como también tenemos necesidad del amor. Y aunque lloremos, somos felices cuando nos damos cuenta de que ahí están ellas, nuestras amigas, apoyándonos…

Supongo que será parte del ser humano esta dualidad. Algo que se encuentra muy dentro de nosotros. Algo que consiga que del amor al odio no haya un paso…solamente unos milímetros. Por eso es por lo que la vida es divertida, porque nunca sabremos a quien conoceremos, de quien nos enamoraremos o a quien en cuestión de días…odiaremos. Si existe un patrón concreto sobre como llevar la vida menos lo habrá de cómo llevar el amor.

Por suerte seguiré teniendo a mis amigas, las cuales me impedirán que me convierta en Kill Boys…no vaya a ser que en una de estas le arranque la cabeza a el casi-definitivo.

18 ago 2011

Porque todavía estoy decidiendo si la vida es o no es una mierda

¿Qué es la vida sino una sucesión de varapalos?
Esa es otra de las preguntas del millón. La vida no es solo lo que tú hagas con ella, sino lo que los demás consigan hacer. Para variar estoy sentada en mi mega escritorio y, por supuesto, me acaban de romper el corazón. Así tal cual, en trocitos pequeños. ¿Y porque después de la anterior lo has vuelto a dar?, os preguntareis. Es muy sencillo. He llegado a la conclusión de que soy una puta masoca y de que me gusta que me hagan daño.
Estoy escuchando a Cher y pensando de todo lo asqueroso que hay en esta vida. Tengo una mano jodida, una pierna jodida, el útero probablemente jodido también….y dejo que me destrocen el corazoncito pequeño que tengo. Y no una vez, sino varias…y que la fiesta siga. Parece que no aprendo la lección.
Pero el amor (o el calentón en algunos casos) es así. No te dice cuando ni de quien debes pillarte. Simplemente te encuentras cuando menos te lo esperas en esa situación. Así, de repente y sin aviso previo. Voy a pedir al amor que sea como cuando te mandan un paquete, que primero te pregunten que cuando te lo pueden mandar y luego, si tú estás de acuerdo, te lo lleven a tu casa. Sería todo mucho mejor. Podríamos decidir si lo queremos o no. Si estamos preparados para ese ``regalo´´ (ironía on) o si la situación no es la más propicia. Eso sería el súmmum de la vida. Poder escoger cuando nos enamoramos.
Hay veces que lo vemos venir. Este se puede cocer a fuego lento, como una buena fabada, y sabes que cuando este echa será la leche. Otras, llega. Puede que no lo desees, puede que solo pienses en que un clavo quita a otro. Pero ahí está. Simple, sencillo y doloroso. Y, por descontado, sin que tú estés preparada para él. Y te quedas tonta. O gilipollas. O idiota. O…tantos adjetivos calificativos (y descalificativos) que podría llenar paginas con ellos. Pero como no es la noche de describirme de tantas maneras distintas voy a seguir con mi rollo.
Me he dado cuenta de que aunque no quiera, el amor es parte importante de la vida. Esas lágrimas, esos suspiros, las mariposillas en el estomago, forman parte de lo que soy y de lo que seré. Lo único que espero es que no sea tan doloroso como ahora. Estoy cansada de besar sapos. Soy una Reina, no una damisela de floja diadema, así que como tal quiero a un REY en mi vida. No ningún sucedáneo. Alguien que no tenga miedo. Una persona que brille con luz propia sin necesitar la de los demás. Un ser fuerte de mente, valiente y que tenga una armadura pulida y brillante. Vamos, tal y como está el patio, alguien imposible.
Pero no desespero, porque he descubierto que aunque ese magnífico ser no aparezca, como la Reina que soy, conseguiré tener una vida plena. Haciendo lo que más me guste. Viviendo, respirando y disfrutando de todo lo que me venga. Aunque también tengo muy claro que me seguirá tocando besar algún sapo o sucedáneo de príncipe. Eso sí, me pienso comprar un buen spray para el aliento. Por si acaso…pero solo por si acaso.