29 sept 2012
El cartero siempre llama dos veces..(O de cómo me voy a convertir en el nuevo Oráculo)
29 jun 2012
Dos caras
27 jun 2012
Te echo de menos
29 mar 2012
Total eclipse of the heart
Como una niña pequeña que está perdida, así es como me siento. No sé lo que pienso en realidad. Tengo un batiburrillo en mi cabeza muy grande. Igual es que necesito ser rescatada, aunque no me guste.
Estoy escuchando ``Total eclipse of the heart´´ una canción perfecta para llorar y descargar lagrimas. Una canción idónea para pensar y pensar. Como dice la canción solo quiero que te des la vuelta y que veas que te necesito esta noche y todas las demás. Pienso hasta que me sale humo del cerebro y me doy cuenta de que aunque sea una princesa necesito que me rescaten de este dragón que es la soledad.
Muchas veces no amamos porque no es el momento, otras porque no es la persona. ¿Pero qué pasa cuando es el momento y la persona? ¿Qué haces? Negarlo, eso lo primero. Y cuando no puedes negar más la verdad (aunque tu mente grite que tengas más juicio) te das cuenta de que el corazón late y que te da igual llorar por alguien que no merece la pena. Y digo que no lo merece porque si no te corresponde no era la persona. ¿Pero quién es ``el´´? ¿Quién nos espera? ¿Hay alguien que nos complemente? Tantas dudas y tan pocas respuestas. Más bien ninguna. Estoy llegando a creer que nunca las tendré. Que nunca sabré responder a ellas. Me estoy dando cuenta de que igual no soy una persona a la que la vida vaya a responder.
¿Creéis en la soledad eterna? Yo llega un momento en el que sí. Más que creer en ella la vivo. Cada vez estoy más convencida de que no disfrutaré de las pequeñas cosas. Igual si vivo las grandes, igual el destino (este amigo cruel la mayoría de las veces) me tiene preparadas cosas enormes para hacer. Pero no lo sé. Este es mi problema. Y como no sé lo que me espera me preocupo. Le doy vueltas y vueltas hasta que ya no puedo marearlo mas (bueno…siempre se puede un poco más). Lo miro al derechas y al revés y nada, no consigo una respuesta, solo silencio. Y llego a la conclusión de que te necesito esta noche, no sé si mas, pero si esta.
Duele cuando solo puedes pensar, cuando no obtienes respuesta. Duele cuando te das cuenta de lo que nunca va a ser. Duele ver la realidad. Me duele la crueldad de lo que fuese que decidió que no iba a tener casi nada de lo que quiero. Lloras por lo que has perdido, pero sobre todo lloras por lo que sabes que no vas a tener. ¿Y qué me queda? No lo sé. Igual al final si tengo mucho, puede. Igual tengo lo que no quería o lo que no deseaba con tanta ansia. Igual tengo otro futuro distinto al que pensaba. Igual tengo tantas cosas….pero igual no tengo nada.
Y a esto a lo que nos tenemos que enfrentar día a día. A no esperar y a no tener. Porque la vida (al fin y al cabo) trata de eso, de las dudas. De poco saber y de mucho preguntar. Sé que de vez en cuando me enfado un poco y que tengo que salir y llorar. Sé que de vez en cuando me canso de oír el sonido de mis lágrimas. Pero sé que puedo llevarlo hasta el final. También se que al final de esta historia soy la única que me voy a rescatar. No existen ni príncipes ni espadas. Ni sueños. Sé que me voy a poner la corona, voy a levantar la cabeza y voy a seguir. Sé que algún día no llorare por no tener. Sé que voy a llorar por lo bueno que tenga.
23 nov 2011
Noche
Noche oscura, noche sin estrellas, al final todo comienza y termina con la noche. Una noche sin fin en la que te gustaría poder ver algún atisbo de sol. Algo que no está destinado a llegar, por lo menos de momento.
Al final todo lo que escribo empieza y acaba con una noche. Magníficas algunas, para enterrar otras, pero todas dignas de ser comentadas y escritas. Noches en vela infinita, inacabadas como mis poemas. Noches acompañadas de una cerveza que sonríe tristemente a mi lado. En fin, noches que no son de película romántica.
Estas noches son las que me hacen pensar, las que consiguen desenterrar los sentimientos, las que ven nacer las ideas. Momentos melancólicos que no han sido escritos, sensaciones ocultas en lo más profundo de la oscuridad. Noches lacrimógenas como su dueña. Pero también mágicas y llenas de esperanza.
Os preguntareis de que os voy a hablar hoy. Ni yo lo sé. Emulando a los grandes simplemente dejo mi pluma vagar por la página en blanco, esperando que cuente una historia. Puede ser de amor, de dolor, de amistad, de lágrimas o de todo a la vez. Será una historia inspirada en si misma. El comienzo de algo hermoso y el final del dolor.
Conversando con un conocido le pregunté que si ya no creía en el amor. Me contestó que no es que no creyese, el problema que tenía era que se había vuelto cínico. Y es verdad, nos volvemos así cuando dejamos de creer, cuando ya no tenemos esperanza. Y perdemos la inocencia, esa inocencia que conseguía lo que creíamos insuperable. La dejamos marchar y muchas veces alentamos a que se vaya cuando consideramos que todo está perdido. Y cuanto nos equivocamos. Ese es nuestro mayor error. Ya no esperamos nada de los demás. Damos por hecho que el resto del mundo es tan cínico como nosotros. Hay veces que acertamos, pero... ¿Cuántas nos equivocamos? Y solo por no creer. Si Campanilla (la de Peter Pan) se tuviese que nutrir de lo que pensamos del amor muchos ya la habríamos matado. Y nunca aplaudiríamos para que reviviese.
Eso es lo que me gusta y sorprende de los niños. Nunca pierden la esperanza. Ellos aplaudirían hasta dejarse las manos en carne viva, simplemente porque creen y porque conservan su inocencia. No han acabado con ella. Sigue viva en su interior.
En este punto me doy cuenta de las palabras que le dediqué a una persona: ``No dejaré que la inocencia que hay en mi muera´´. Que poco sabía en ese momento de la vida. No es que la dejara morir, peor, la aplasté con saña, disfrutando de cada momento. Ahora es cuanto me arrepiento y me pregunto si habrá alguna manera de recuperar aunque sea un poco. Si conseguiré que algo de ella vuelva a mí para poder creer y confiar en las personas. Para no dejar que Campanilla muera y aplaudir hasta que no sienta las palmas.
Y en ese momento es cuando miro a la noche y ella, sabia como ninguna, me susurra suavemente al oído que sí, que es posible volver a estar completa. Me dice que lo único que necesito es creer en mi misma, teniendo eso podré volver a confiar en los demás. Y le doy las gracias, le agradezco el empujoncito que me ha dado. Lo suficientemente suave como para no mancarme, pero fuerte para ponerme a caminar en la dirección correcta.
