22 ago 2009

Antes, durante y después.

Lo que nos gusta complicarnos la vida a las mujeres. Tenemos un camino asfaltado delante de nosotras. En el no existe la maleza ni las malas hierbas. Las piedrecitas que normalmente nos entran en los zapatos han sido quitadas para no molestar. Es una zona en la que sabemos que no vamos a tener peligro de derrumbe. Pero ¡no¡, no escogemos ese camino. ¡Por favor¡ nos encanta darnos un poco por **** y elegimos el que está mas tétrico, el camino que tiene picos y salientes en los que hacernos daño, el camino en el cual sabemos que vamos a salir lastimadas.
Os preguntareis a que viene todo este rollo. Pues es muy sencillo. Quiero hablar sobre el poder de la decisión, de la elección de la persona (que en teoría) queremos que pase con nosotras...pues el tiempo que sea.
Normalmente las mujeres, en cuando encuentran un hombre que las haga más o menos felices, saben que va a aparecer otro para desbaratarlas los planes (otro o un ex, que también es bastante habitual). Y como no faltaba más, donde antes todo estaba muy claro, el cielo se torna de un color grisáceo tirando para negro total. Ahí es cuando nos entran las dudas.
¿Será este el definitivo, el que me quiera y me proteja de todo? ¿El que me impida que me caiga y que quiera compartir mis sueños? O, en realidad, ¿es este que acabo de conocer la persona correcta?¿la persona que sabrá hacerme vibrar en todos los sentidos de mi vida?.
Malo....muy malo. En cuestión de unos segundos, nuestra cabeza se llena de interrogantes. Y dudamos. Pero que malo es dudar. Ahora la gran pregunta es porque dudamos. Puede ser porque igual no nos interesa lo suficiente la primera persona, porque nos guste complicarnos la vida (de esto conozco muchísimos casos) o porque en realidad tenemos pánico a darnos a conocer.
Basado en mi experiencia y en la de mis amigas, llegué a la conclusión de que es por el miedo a compartir y dar una parte de nosotras para que luego igual (y digo solo igual) nos la devuelvan completamente destrozada.
No queremos abrirnos por miedo al daño, al rechazo de la persona que hace que temblemos, suspiremos y que consigue hacernos soñar despiertas. No nos gusta sentir que la otra persona tiene un poder tan grande, no nos gusta que lo que sentimos se muestre tan claramente. Y por eso, cuando vemos que existe esa posibilidad de que conquisten nuestro pequeño mundo decidimos que es hora de huir. Y todo porque tenemos miedo a que nos rompan el corazón.
Lo malo de esto es que igual nos estamos perdiendo la aventura más grande de nuestras vidas. Igual, estamos echando tierra sobre nuestro propio tejado e impidiéndonos ser realmente felices. Igual, y repito, solo igual, en el fondo de nuestro corazón hemos decidido que no merecemos la pena. Que no somos lo suficientemente buenas o que no hemos hecho nada para ganarnos esa alegría. Y ahí, es donde empiezan los problemas, porque para que alguien nos quiera y nos acepte tenemos que hacerlo primero nosotras.

2 comentarios:

  1. en esta ocasion solo me dedikare aplaudir y a verme a mi mismo en un texto.sorprendente...

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  2. "lo malo es que a lo peor nos estamos perdiendo la aventura mas grande de nuestras vidas". GRAN FRASE.

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