22 ago 2011

Pensamientos filosoficos sin sentido

Estoy con alguna de mis amigas en un contubernio judeo-masonico por facebook. Y el tema, por supuesto y sin lugar a dudas, son los hombres.

Tengo 28 años y a día de hoy, todavía me pregunto como un trozo de pellejo unido a un pene es capaz de hacernos pensar tanto y hablar más todavía (vale…no voy a negar que gracias a ellos escribo). Aunque esté en el medio de la conversación, a la vez mis neuronas se dan cuenta de todo el tiempo que desperdiciamos en alguien que no nos hace ni puñetero caso. Estamos currando, planchando (solo cuando nos obligan) y hasta cagando, cuando de repente nuestro cerebro se pone en modo aggg y apunta a la imagen que menos ganas tienes de ver. El. Ese ser que te ha hecho daño, que no te valoraba como te merecías, que….todas esas mierdas que decimos cuando nos cabreamos. Y…. ¿por que pensamos en él? Pues no lo sé. Después de tantos años buscando la independencia creo que nos hemos vuelto más dependientes si cabe. Aprendemos a basar parte de nuestra felicidad (no toda…tampoco somos imbéciles) en una persona de sexo opuesto. Y no nos lleva a ningún lado. Supongo que será un defecto genético. O igual, simplemente es el corazón. Puede que solo sea un órgano, pero consigue que nos emocionemos, que amemos y odiemos con más intensidad si se puede. Y lo odio. Odio estar gobernada por los sentimientos. Odio que me hagan daño. Odio no encontrar a nadie que me quiera por quien soy, no por lo que debería de ser. Odio saber que soy un poquito más feliz cuando amo y soy amada. Odio la felicidad que me da durante ese tiempo que late más y mejor. Pero sobre todo odio como se queda después. Esa es la peor parte.

Leyendo a mis amigas, veo alguna cosa un poco más clara. En el fondo nos gusta sufrir, un poquito nada mas, pero lo justo para que de vez en cuando soltemos alguna lagrimilla (o un torrente eso a gusto del consumidor). Necesitamos el dolor, como también tenemos necesidad del amor. Y aunque lloremos, somos felices cuando nos damos cuenta de que ahí están ellas, nuestras amigas, apoyándonos…

Supongo que será parte del ser humano esta dualidad. Algo que se encuentra muy dentro de nosotros. Algo que consiga que del amor al odio no haya un paso…solamente unos milímetros. Por eso es por lo que la vida es divertida, porque nunca sabremos a quien conoceremos, de quien nos enamoraremos o a quien en cuestión de días…odiaremos. Si existe un patrón concreto sobre como llevar la vida menos lo habrá de cómo llevar el amor.

Por suerte seguiré teniendo a mis amigas, las cuales me impedirán que me convierta en Kill Boys…no vaya a ser que en una de estas le arranque la cabeza a el casi-definitivo.

18 ago 2011

Porque todavía estoy decidiendo si la vida es o no es una mierda

¿Qué es la vida sino una sucesión de varapalos?
Esa es otra de las preguntas del millón. La vida no es solo lo que tú hagas con ella, sino lo que los demás consigan hacer. Para variar estoy sentada en mi mega escritorio y, por supuesto, me acaban de romper el corazón. Así tal cual, en trocitos pequeños. ¿Y porque después de la anterior lo has vuelto a dar?, os preguntareis. Es muy sencillo. He llegado a la conclusión de que soy una puta masoca y de que me gusta que me hagan daño.
Estoy escuchando a Cher y pensando de todo lo asqueroso que hay en esta vida. Tengo una mano jodida, una pierna jodida, el útero probablemente jodido también….y dejo que me destrocen el corazoncito pequeño que tengo. Y no una vez, sino varias…y que la fiesta siga. Parece que no aprendo la lección.
Pero el amor (o el calentón en algunos casos) es así. No te dice cuando ni de quien debes pillarte. Simplemente te encuentras cuando menos te lo esperas en esa situación. Así, de repente y sin aviso previo. Voy a pedir al amor que sea como cuando te mandan un paquete, que primero te pregunten que cuando te lo pueden mandar y luego, si tú estás de acuerdo, te lo lleven a tu casa. Sería todo mucho mejor. Podríamos decidir si lo queremos o no. Si estamos preparados para ese ``regalo´´ (ironía on) o si la situación no es la más propicia. Eso sería el súmmum de la vida. Poder escoger cuando nos enamoramos.
Hay veces que lo vemos venir. Este se puede cocer a fuego lento, como una buena fabada, y sabes que cuando este echa será la leche. Otras, llega. Puede que no lo desees, puede que solo pienses en que un clavo quita a otro. Pero ahí está. Simple, sencillo y doloroso. Y, por descontado, sin que tú estés preparada para él. Y te quedas tonta. O gilipollas. O idiota. O…tantos adjetivos calificativos (y descalificativos) que podría llenar paginas con ellos. Pero como no es la noche de describirme de tantas maneras distintas voy a seguir con mi rollo.
Me he dado cuenta de que aunque no quiera, el amor es parte importante de la vida. Esas lágrimas, esos suspiros, las mariposillas en el estomago, forman parte de lo que soy y de lo que seré. Lo único que espero es que no sea tan doloroso como ahora. Estoy cansada de besar sapos. Soy una Reina, no una damisela de floja diadema, así que como tal quiero a un REY en mi vida. No ningún sucedáneo. Alguien que no tenga miedo. Una persona que brille con luz propia sin necesitar la de los demás. Un ser fuerte de mente, valiente y que tenga una armadura pulida y brillante. Vamos, tal y como está el patio, alguien imposible.
Pero no desespero, porque he descubierto que aunque ese magnífico ser no aparezca, como la Reina que soy, conseguiré tener una vida plena. Haciendo lo que más me guste. Viviendo, respirando y disfrutando de todo lo que me venga. Aunque también tengo muy claro que me seguirá tocando besar algún sapo o sucedáneo de príncipe. Eso sí, me pienso comprar un buen spray para el aliento. Por si acaso…pero solo por si acaso.